La femme infidèle (Claude Chabrol, 1969)
Alfred Hitchcock fue la referencia mayúscula
para aquellos críticos franceses que a finales de los 50 tuvieron la
pretenciosa idea de dinamitar el mundo del cine, asaltando la gran pantalla con
multitud de películas rompedoras. Aunque al final cada uno encontrase su propio
estilo, Claude Chabrol evidencia como pocos las lecciones del maestro del
suspense, sin caer en la autocomplacencia. La mujer infiel (1969) se podría catalogar
como una película de intriga, pero el director francés explora nuevas formas de
contar una historia que ya nos sabemos. El remake de Hollywood, Infiel (2002), dirigido por Adrian
Lyne y protagonizado por Richard Gere y Diane Lane tiene el honor de conseguir
que una película de hace casi 50 años sea todavía más moderna.
Cuando Charles Desvallées empieza a sospechar
que su mujer lo está traicionando con otro hombre, contrata un detective
privado para que la siga y averigüe quién es el amante. Una vez confirmada la
infidelidad y descubierta la identidad de su rival, el celoso marido prepara su
venganza... (FILMAFFINITY)
(Es una sinopsis mejorable pero el caso era
ponernos en contexto, copiar y pegar era preferible a intentar mejorarla)
La intriga y la sorpresa son elementos muy
secundarios para la construcción del filme. De hecho, el propio título destripa
parte de su misterio, aludiendo a la baja relevancia de los hechos, en
contraposición a sus consecuencias. El suspense radica en cómo afectará la
infidelidad de Helene a un matrimonio burgués idealizado y en la perversión que
supone el asesinato que comete Charles. No, no es un spoiler. Donde el remake
aprovecha para introducir un giro argumental digno de telenovela, Chabrol
realiza una construcción magnífica del personaje principal. La ejecución del
amante no busca convertirse en un acontecimiento inesperado, sino ser coherente
con la destrucción psicológica de Charles que da comienzo en ese movimiento de
cámara brusco tras sorprender a su mujer al teléfono, hablando con un
desconocido.
En las escenas posteriores, Charles aparece
inquieto y paranoico, en un mundo de ensueño donde dirige una empresa, conduce
un Mercedes y tiene una mansión en el campo. Su parsimonia no le previno de la
fragilidad de su matrimonio, ni le advierte de su rutina robotizada frente al
televisor. La impotencia al aceptar su fracaso se convierte por momentos en un
drama psicológico, con la peor resolución posible.
La mujer infiel es una película de corte costumbrista
donde el peso recae en la psicología de los personajes. En la segunda parte de
la trama la tensión no decrece, sino todo lo contrario. Las falsas apariencias
y las mentiras contribuyen a una visión cínica de la burguesía. La familia,
anteriormente idealizada, se derrumba lentamente. De forma sutil, donde los
silencios hablan y gracias a ellos, la película adopta sensaciones
perturbadoras. Chabrol conoce como pocos los mecanismos del suspense,
contrariamente a los directores que se centran en la exposición y en el impacto
barato hacia el espectador.
La diferenciación del director francés cobra
mayor importancia en la minuciosa recta final de la película. Resulta irónico
que el remake muestre la historia de forma maniquea, justificando la venganza
del marido y empatizando con ella, pues Chabrol nos habla exactamente de esa
perversidad por satisfacer el deseo de represalia. Donde Hollywood nos deleita
con explicaciones, lecciones morales y finales para santificar a sus
personajes, La mujer infiel es sutil, deja que las imágenes hablen y que los
personajes se enfrenten a sus actos.
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