Ante la imposibilidad de nutrir el blog con
entradas sobre todo lo que veo, no queda otra que abrir un cajón de sastre para
tener la oportunidad de recomendar aquellas películas de interés y de fusilar
aquellos obstáculos a evitar. Además así puedo esbozar ciertas pinceladas que
me apetece escribir sin necesidad de preocuparme por la brevedad de la reseña.
Por otro lado, en aquellas películas con entrada, me limitaré a enlazarla.
No otorgo una nota numérica, pero sí clasifico
las películas en las diferentes categorías que he diseñado, que procedo a
explicar:
Mejor que el sexo
Una obra sublime. Me emociona. Aplaudo cada
vez que la veo. Pertenece a mi Olimpo personal.
Excelente (selección oficial)
Grandísima película que se alza con mi sello
de recomendación. Incluida en mi selección oficial, entre las mejores de la
historia. Bien podría ser una obra maestra si, en lo personal, me hubiese
llegado algo más.
Un certain regard
Se queda a las puertas de la selección
oficial, pero merece una gran consideración. Una obra de mucho interés.
Intertoto
Una competición que ya no existe, para
aquellos descartes que se quedaron cerca de la gloria, sin conseguirlo. Puede
tener puntos remarcables y/o ser una producción muy entretenida, pero alejada
de las otras categorías.
Vano, estéril, improductivo
Un resultado demasiado irregular, múltiples
fallos que condenan la valoración final. Al menos puede valer para pasar la
tarde, si es especialmente improductiva.
Señalémoslo y riámonos de él
Terrible, apocalíptico. Y creo que no he caído en laísmos porque con "él" me refiero a "el filme".
EMPEZAMOS
Primera tanda de películas vistas en 2017.
Señalémoslo y riámonos de él
Ópera prima (Fernando Trueba, 1980)
No se puede negar el interés que suscita
Trueba con su forma de narrar pero todo se viene abajo por el resultado del
personaje principal, Oscar. Encaja perfectamente con el perfil de críticos como
Boyero (tan amigo de Trueba) y esa generación de lectores medios de El País.
Culturetas, con espíritu progresista, que se creen en la élite intelectual por
leer cuatro libros y que tras toda esa capa esconden un machismo y un clasismo
bastante deprimente. Oscar es un personaje ridículo y lo peor es que tanto Trueba
como Boyero y compañía no parecen reírse de él, sino todo lo contrario, hasta
lo alaban.
Vano, estéril, improductivo
Silent Hill (Christophe Gans, 2006)
De un relato de terror que se incrusta en el
subconsciente hemos pasado a una telenovela para dormir la siesta.
Si Silent Hill es de las adaptaciones de
videojuego más salvables, es porque el nivel está muy bajo. Y ni en ese caso
merece el apelativo de “salvable”. Porque es otra muestra de que las
productoras siguen tomándose a pitorreo a los jueguicos como fuente cultural.
Intertoto
La fiera de mi niña – Bringing Up Baby (Howard
Hawks, 1938)
Una pieza muy influyente en el territorio de
las comedias románticas. Aquellas basadas en enredos absurdos, miles de coincidencias
y en un ritmo vertiginoso. Una premisa que ni siquiera en sus orígenes termina
de convencerme. No deja de ser una propuesta de gran entretenimiento que
introduce con ingenio algunos gags satíricos sobre la sociedad de la época,
todo un atrevimiento en aquellos años 30. Otros, demasiado previsibles y faltos
de chispa.
También saca a relucir uno de los grandes
inconvenientes del cine clásico americano, donde la llegada del sonido fueron
varios pasos atrás para muchos estudios. Películas excesivamente basadas en sus
diálogos, que se aproximaban al teatro filmado. No son pocas las vacas sagradas
(como La fiera de mi niña) que pierden por goleada ante los greatest hits del
cine mudo.
Un certain regard
Accidente sin huella – Que la bête meure
(Claude Chabrol, 1969)
Una historia de una venganza, dirigida bajo la
paciente mirada de Chabrol, que permite profundizar en los personajes y en sus
motivaciones. Además, este pulso pausado provoca una tensión que da mucha
personalidad a un thriller injustamente olvidado.
Crimen
perfecto – Dial M for Murder (Alfred Hitchcock, 1954)
Sir Alfred es ese director capaz de hacer
maravillas con un imperdible, un alambre y una goma de borrar. Un apartamento
minúsculo, un elenco de actores planos y una serie de objetos mundanos
convertidos en el motor del suspense. Le da igual, clase maestra de cómo
sobrecoger al espectador y de construir la intriga sin importar que el guion
sea digno de preescolar.
El círculo rojo – Le cercle rouge (Jean-Pierre
Melville, 1970)
El enésimo director francés de los 60 que
lleva en las venas una fuerte influencia del cine clásico norteamericano. En el
caso que nos ocupa, Melville siempre ha profesado su amor hacia el cine negro y
su particular visión dio lugar a un buen puñado de joyas. Sus historias
subvierten los tropos del género, con batallas entre delincuentes y policías
que difuminan las líneas entre héroes y villanos. Su dirección se mantiene
prodigiosa, con una planificación y precisión comparables al milimétrico asalto
a la joyería que cometen los protagonistas. De guinda, es un director que
minimiza el uso de diálogos, aplicando al pie de la letra la mentalidad de
utilizarlos como ultimísimo recurso para narrar.
El libro negro – Zwartboek (Paul Verhoeven,
2006)
Lo cierto es que El libro negro no es ninguna historia que vaya a conmover por el drama, al igual que tampoco es nada recomendable si buscar rigor histórico. Verhoeven ofrece una vibrante cinta de intriga y acción, con personajes que resultan muy humanos y cercanos. A pesar de que a día de hoy no sea una temática muy atractiva, El libro negro consigue diferenciarse y construir motivos para ser una película altamente recomendable, de un director que nunca deja indiferente a nadie.
La maldición del escorpión de Jade – The Curse
of the Jade Scorpion (Woody Allen, 2001)
Un filme donde Allen aparece despreocupado,
sin preguntas en la cabeza, pensando solamente en hacer reír y homenajear a sus
padres cinéfilos (Lubitsch, Wilder, Hawks) con una trama detectivesca ubicada
en los años 40. Poco importa el disfraz, sigue haciendo de sí mismo y lo cierto
es que le vale para llegar hasta esta categoría. Me gusta que la historia
desvele sus cartas desde el principio para dar prioridad absoluta a la comedia,
de la mano de un fantástico duelo entre Allen y Helen Hunt.
Excelente (Selección oficial)
¿Dónde está la casa de mi amigo? - Khane-ye doust kodjast? (Abbas Kiarostami, 1987)
Una aventura épica que nace de forma absurda. Una parábola de una sociedad brutalmente conservadora.
La mujer infiel – La femme infidèle (Claude
Chabrol, 1969)
Una película de corte costumbrista donde el peso recae en la psicología de los personajes. En la segunda parte de la trama la tensión no decrece, sino todo lo contrario. Las falsas apariencias y las mentiras contribuyen a una visión cínica de la burguesía. La familia, anteriormente idealizada, se derrumba lentamente. De forma sutil, donde los silencions hablan y, gracias a ellos, la película adopta sensaciones perturbadoras. Chabrol conoce como pocos los mecanismos del suspense, contrariamente a los directores que se centran en la exposición y en el impacto barato hacia el espectador.
Mejor que el sexo
Un hombre y una mujer – Un homme et une femme
(Claude Lelouch, 1966)
Puede parecer un plato demasiado empalagoso y
quizás el paso del tiempo no le ha hecho un gran favor, al repetir hasta la
saciedad sus fórmulas visuales en anuncios de colonias. Al mismo tiempo, es
innegable que se trataba de una obra de culto dentro del cine romántico,
derrochando una credibilidad prácticamente inalcanzable dentro de los circuitos
comerciales donde más notable es su influencia.
Se combinan travellings y continuos
movimientos para mostrar ese romance impulsivo con diálogos pausados y
triviales que ofrecen muchísima naturalidad. El uso de la fotografía, con
variaciones entre color, blanco y negro y tonos sepia está perfectamente
justificado, adaptándose al estado de ánimo de la escena. La historia es bien
sencilla, poco hay que entender o leer, simplemente contemplar.
Bien es cierto que el guion construye ciertos
conflictos, pero el interés no reside en la narración en sí misma, sino en lo
que expresa cada escena, de ahí la importancia de los colores y los encuadres.
A la frescura de la cámara de Lelouch se suma la mítica canción de Francis Lai.
Pues me resulta muy acertado que hagas una entrada así, a base de mini reseñas, es una buena forma de tener a mano varias películas y saber cuáles ver y cuáles evitar.
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