sábado, 15 de julio de 2017

Es solo un juego



No ha llovido mucho desde que los videojuegos eran mencionados en la prensa general como inventos de Satanás, unos instrumentos que nos atontaban el cerebro y nos obligaban a drogarnos y a matar gente. Por poco que importe lo que diga el resto, un aficionado al mundillo quiere un mínimo de respeto y el camino elegido para llegar a ese estatus fue pregonar aquello de “LOS VIDEOJUEGOS SON ARTE”

 
La consigna era imitada mayormente por adolescentes e incluso niños que simplemente querían disfrutar de sus vicios titánicos en paz. No era una mentalidad con gran trasfondo, pues se pensaba que aquellos melodramas de los JRPGs eran la cúspide narrativa y emocional que justificaba la etiqueta de “arte”.  Al final todo se reducía a que los videojuegos podían ser una afición tan sana como cualquier otra, realmente conseguir eso de “arte” era bastante secundario.

En la actualidad se puede decir que el estatus ha cambiado, cada vez aparece más normalizada la visión del videojuego como medio cultural a pesar de que siempre saldrán los yayos de los periódicos criticando la obsesión por los matamuchis y cualquier cosa que huela a millenial. De hecho, las antorchas se encienden en cuanto alguien vuelve a colocar a un videojuego como justificación de una matanza o cuando se cuestiona la validez cultural del videojuego.

Sin embargo, también se critica con agresividad cuando alguien decide dar un trato más artístico al videojuego. Fue precisamente el diario El País el que nos sorprendió con un escrito sobre Doom, hablando del título de ID Software como quien habla de un disco de música, una película o una novela. Y esto chirría muchísimo en nuestra querida comunidad, pues apenas habla del gameplay, no se dedica a contar fps, ni a decirnos si se ve mejor en Xbox One o en PS4. No, habla del trasfondo del juego y la lectura personal que realiza el autor del artículo. ¡Sacrilegio! ¡Es solo un juego!

Quizás el texto sea una mierda, pero no es ahí donde quiero entrar. El problema es que no se pueden usar términos pretenciosos ni hablar de política o filosofía a raíz de un videojuego a no ser que sea súper explícito. ¿Y qué más da si de verdad los desarrolladores querían limitarse a hacer un juego de disparos? La gracia de los videojuegos es la interacción, hacer que cada jugador construya su propia experiencia. Si alguien se monta esa película sobre Doom, bienvenida sea. Ya de debatirá sobre si es demasiado pretenciosa, una meada fuera de tiesto o lo que sea, pero habrá que darle una oportunidad.

Con esto, no estoy diciendo que textos de ese estilo deban ser el nuevo estándar a la hora de analizar videojuegos. El tradicional, aunque plagado de cosas que critico muchísimo, no creo que deba extinguirse y, por supuesto, tiene su utilidad. Pero sí aburre que sea usado por el 99% de medios. Introducir miles de referencias culturales y titular los análisis con –ismos y “postverdades” no será una fórmula perfecta. Comparte el mismo defecto de los textos de webs y revistas veteranas, la excesiva benevolencia con la que se mira al videojuego, resaltando los aciertos sin mencionar los fallos. Uno ensalza cualquier título que se vea bien y sea divertido mientras que otro alaba a un juego en cuanto encuentra referencias socioculturales y encuentra un trasfondo mínimamente interesante. Sin embargo, lo importante es que ambos enfoques pueden convivir y son necesarios. El primero porque el videojuego no se va a desprender de su parte más técnica (que salpica a todos sus apartados) y el segundo porque merecen ser tomados más en serio.

Se comenta que estos escritos tan pretenciosos y que marean la perdiz con temas que, a priori, no parecen encajar con el videojuego, olvidan el gameplay, el punto más importante. Defiendo que la jugabilidad es la característica que da personalidad al videojuego, que habla por él. Pero no es un ente que vive al margen del resto de cualidades de un título, tan separado como nos quiere insinuar el análisis tradicional. A poco que una obra esté bien hecha, hablar de su historia o de su mensaje puede ser sinónimo de comentar el gameplay, ya que es el vehículo que nos transmite toda la carga narrativa del videojuego.

Claro está, siempre aparecen las famosas “disonancias” y no siempre los mensajes se imprimen de forma exclusiva en las mecánicas del juego. En cualquier caso, no es tan relevante. Hay artículos en la prensa sobre lo que cuentan novelas, películas, discos o cuadros sin pararse a analizar la forma de escribir o el lenguaje audiovisual y no por ello son reseñas menos válidas. ¿Por qué no aplicar estos enfoques al videojuego?

Quizá no escriba más que gilipolleces, pero para mí esto no es solo un juego.

2 comentarios:

  1. Precisamente hace poco en Vandal.net publicaron las impresiones del modo historia de Splatoon 2, y en los comentarios a la gente se le empezó a ir la olla, que si carga narrativa por allí, que si no se que por allá. Yo también comenté, y comparé los videojuegos con otras formas de arte, y dije que cada tipo de arte usa las herramientas que el medio le ofrece. Una escultura o un cuadro no pueden tener narrativa de la misma forma que un libro no puede tener imágenes. ¿Y los videojuegos? Pues no sólo tienen todo el espectro posible, sino que además tienen interacción. Y si quieres evaluar un videojuego creo que hay que evaluar el espectro al completo, teniendo en cuenta, eso sí, lo que pretende el autor. De la misma forma que no puedes tirar por tierra el Guernika por su ausencia de color o un disco de Nirvana por ser demasiado simple técnicamente, no puedes criticar Doom por falta de narrativa.
    Lo que sí no comenté, y estoy totalmente de acuerdo contigo, es que la crítica de videojuegos es demasiado amigable con el producto. Yo hace poco critiqué el Prototype en mi blog y no me gustó, así que le casqué un 4,6, cuando en otras webs, encontrándole los mismos defectos que yo, le ponían un 8. ¿Cómo se le puede poner un 8 a un juego con defectos graves evidentes? Muy fácil, desde tiempos inmemoriales se tiene la percepción de que un videojuego con menos de 8 de media es malo. Sin embargo, en el cole nos enseñan que un 8 es un notable alto. Creo que esto es así porque, como bien dices, cuando los videojuegos empezaron a tener cierta popularidad la gente los criticaba sin ninguna razón y los medios especializados se defendían a su manera y una forma de hacerlo era publicar sólo las críticas de los juegos buenos, y ponerles 90s (como el 91 que le cascó Hobby consolas al infame Dragon Ball Final Bout). Así, parecía que todos los juegos eran buenos y divertidos.

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    1. La prensa especializada comenzó con la influencia de revistas tecnológicas, los análisis nacieron con esas bases y como consecuencia, a poco que un juego se vea bien (esto es, cualquier triple A o producción con presupuesto decente) ya va a ser un buen producto a poco que sea divertido. A eso hay que sumar la estrecha relación entre publishers y prensa (voy a decir que tus juegos son muy buenos para que me sigas pasando avances y noticias, no sea que me vetes) y tienes una combinación que da lugar a notas infladísimas.

      Lo que dices sobre las pretensiones del autor, sin duda es un debate interesante que da para tesis doctorales. Yo opino que es bueno intentar analizar sus intenciones, pero dada la interacción que ofrece el videojuego y la capacidad para crearte tu propia historia, también tienen cabida las interpretaciones libres.

      Un saludo.

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