sábado, 28 de enero de 2017

Yo también pensaba que la Tierra era plana hasta que probé PS VR




La tecnología se actualiza y cambia a diario. La obsolescencia llega en un abrir y cerrar de ojos y la ley es renovarse o morir. Los videojuegos no pueden estar más ligados a la tecnología, pero sorprendentemente, llevan más de una década resistiéndose a los cambios. Tanto las grandes compañías como la propia comunidad se han mostrado brutalmente conservadores y tradicionales. Tras el salto de videojuegos 2D a 3D, no se puede decir que hayamos experimentado nuevos cambios tan drásticos a la hora de interactuar con el medio. Tras el Dual Shock con los dos joysticks, los mandos a duras penas han variado. Se juega con los mismos botones en 2017 que en el año 2000. Exactamente los mismos, uno por uno.

Durante todos esos años han aparecido nuevas formas de jugar. La Santa Inquisición de los videojuegos, los mal llamados “gueimers”, se han encargado de desterrarlas. ¿Qué es eso de los flipomandos? Donde esté un pad, que se quite agitar la vara esa. ¿Qué es eso de moverse para jugar? Yo quiero estar sentando en el sofá con un pad de toda la vida. ¿Controles táctiles? Quita quita, no se puede jugar así, no hay precisión ni tacto ni nada, dame un pad como Dios manda.
Siempre queremos más de lo mismo. La generación actual, la de “para nosotros, los jugadores” es en efecto, un fiel reflejo de nosotros mismos. Porque ha sido un cambio generacional que de cambio solo tiene el nombre, el salto de consolas más conservador que se recuera. Pero no es solo de ahora, sino que viene de atrás. ¿No os hace gracia la cantidad de secuelas que hay en el mundo de los videojuegos? No se concibe una consola de Nintendo sin sus Marios, Zeldas y Metroids, es impensable una nueva Xbox sin Halo o Gears, Final Fantasy, Metal Gear o Resident Evil siempre deben tener secuelas y todas las semanas se abren hilos en el foro preguntado por qué nos salen más juegos de X saga. Las compañías también forman parte de cóctel tan tradicionalista. Si alguien de Konami decide sacar un juego de terror, lo tiene que llamar sí o sí Silent Hill aunque no tenga nada que ver con la saga. Ubisoft o EA declaran abiertamente que, cuando crean una nueva IP, quieren que sea un éxito para sacar chorrocientas de secuelas.

¿Recordáis cuando se empezaron a implantar los smartphones con sus pantallas táctiles? La gente se volvía loca, afirmando que estaban muy contentos con los botones, que no querían un teléfono sin ellos y que no iban a comprar esa tecnología. Y ahora, ¿quién tiene un móvil con botones? En nuestra querida industria, cuando alguien propone algo nuevo, estalla una bomba atómica. Si te dicen que en lugar de usar el típico mando con sus dos joysticks, la cruceta, los cuatro botones y los gatillos, vas a usar un Wii mote, perdemos la cabeza. Y lo que es peor: nos ponemos a la defensiva. Respondemos de forma agresiva. En la comunidad reina el pesimismo y no hacen más que sacarse los puntos negativos en lugar de pensar en la oportunidad de disfrutar de una nueva forma de jugar y un soplo de aire fresco al mundillo. Que si la precisión será una mierda, que si necesitas mucho espacio para jugar, que si hay que estar de pie, que si se te escapa el mando y rompes la tele, que si son chorrijuegos, que si vaya mierda de gráficos, que si así no se puede jugar a un FF o un MGS de toda la vida, que si así cómo voy a jugar a este género, que si el precio, que si los complementos, bla bla bla bla.


Estas excusas y críticas son recurrentes y repetidas en cada una de las nuevas formas de jugar que han surgido en el siglo XXI. En parte puedo entenderlo porque muchas ideas no han terminado de cuajar, se han convertido en un sonoro fracaso o incluso algunas están en el más absoluto olvido. Tenemos el caso del Wii mote, donde la propia Nintendo ha decidido no continuar con esta idea en sus siguientes consolas. O el caso de los videojuegos para smartphones, donde no parece que terminen de arrancar. Así que pueden tener cierta excusa las críticas y escepticismo hacia la última gran innovación de los videojuegos, las gafas de realidad virtual. Pero... es probarlas y se te quita toda la tontería. Esto sí que puede cambiar de forma significativa nuestro modo de ver e interactuar con los videojuegos. Y lo voy a poner de manifiesto transmitiendo mis impresiones.

Probé solamente un juego, bastante normalito. E incluso malo. Rush of Blood. Y aun así, mi impresión no puede ser mejor. Porque al final no me he quedado con lo bueno o malo que deja de ser el juego, sino de la capacidad que tiene y puede llegar a tener la tecnología VR. 



Eres tú la cámara. Dicho por aquí puede parecer poca cosa y no llamar la atención. Pero que tus propios ojos sean la cámara lleva la inmersión del jugador a otro nivel. A otro planeta. Por momentos parece un invento marciano, sacado del futuro. Es que ni te lo crees de la impresión que ofrece. Y eso que se trata de un juego on rails, donde mover la cabeza no iba mucho más allá de ver algún detalle concreto de los escenarios o para apuntar mejor a enemigos que vienen por los laterales. Eso sí, cuando te toca ir a toda velocidad por la montaña rusa, el vértigo que produce el juego es increíble. No puedo tener más ganas de probar juegos con movimientos más ágiles y frenéticos o de conducción.

Gráficos de categoría. Los amigos escépticos avisaban del bajón gráfico que iban a suponer los juegos de VR. En el caso que me tocó probar, desde luego no estaba viendo Uncharted 4, pero eso no quita que el juego luzca de maravilla y tenga un apartado técnico satisfactorio. Aquí quizás hago trampa porque en los últimos meses he acostumbrado a jugar juegos de PS2 y por tanto era fácil impresionarme. Aun así, el modelado de los personajes y sus texturas estaban a un gran nivel e incluso si los gráficos fuesen peores no creo que la experiencia se viese resentida. De nuevo insisto en la inmersión que supone la VR, que compensa con creces todos los defectos que pueda tener. 

Chorrijuegos. Rush of Blood no será la panacea de los videojuegos y es evidente que muchos proyectos están destinados a satisfacer demanda casual que no está habituada al mundillo. No obstante, solo hay que ver la implementación de la VR en Resident Evil 7 y la respuesta de la comunidad para darse cuenta de que esto NO es una cuestión de chorrijuegos y que muchas desarrolladoras van apostar muy fuerte por las gafas, a diferencia de crónicas de muertes anunciadas como PS Move o Kinect.

¡Quiero mi mando tradicional! No hay de qué preocuparse. El pad usual de PS4 se puede utilizar como sustituto de los consoladores de colores. Yo jugué así, de forma que mi control era prácticamente lo mismo que ponerme con un juego normal, salvo que controlaba la cámara con mi cabeza y la inmersión en el juego era un mundo completamente distinto a todo lo que había visto hasta ahora. Así que en VR tiene perfectamente cabida un juego como Bioshock, con todos sus comandos del mando tradicional, porque se puede combinar sin ningún tipo de problema con las gafas.

Destruyendo barreras. Sí, los mal llamados casuals van a ser consumidores importantes de la VR y como he dicho antes, buena parte de la oferta de juegos irá dirigida a ellos. ¿Y qué tiene de negativo? ¿Por qué tenemos que dirigirnos con hoces y antorchas a todo aquel que no sea un “gueimer” de toda la vida? Que los videojuegos sean accesibles y se interesen por ellos gente que hasta ahora los veía con millones de prejuicios es una gran noticia. Lo tradicional de la industria, desde la forma de jugar (¿nunca os habéis fijado lo engorroso que resulta un pad para gente como vuestros padres, tíos, etc.?) a los tipos de videojuego. Abrirse a nuevos jugadores, nuevos creadores, puede traernos experiencias rompedoras e inimaginables hasta ahora.

La ergonomía y el lío de cables. Cuando vi los unboxing de las HTC Vive me asombró la cantidad de cables y artilugios. En PS VR lo encontré todo bastante simplificado y fácil de instalar. En cuanto a la comodidad de las gafas, quedé mucho más satisfecho de lo que esperaba, no tienes la sensación de tener un gran peso en la cabeza ni nada por el estilo. Y se acoplaron perfectamente usando mis gafas de vista.


Por último, conviene destacar los puntos negativos. No quiero pecar de fanático, simplemente estoy tan encantado que no consigo pensar en más y mayores defectos.

¿Más de una hora jugando? No se recomienda y cuando llevas una vuelta de reloj pueden comenzar leves mareos. Desconozco si de verdad es malo o la costumbre puede hacer que la situación mejore. Pero de momento, no me veo en sesiones maratonianas con las gafas.


El precio. Prohibitivo para muchos bolsillos, el mío incluido. ¿Se abaratará la tecnología con el paso del tiempo? Supongo que será lo lógico. Entre esperar y ahorrar, me temo que juegos como Resident Evil 7 se van a quedar en la recámara hasta que pueda agenciarme unas gafas para disfrutarlos del mejor modo posible.
 



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