Gaspar Noé lleva a sus espaldas películas que
muestran el incesto, la violación y la adicción a las drogas. Un historial que
escrito en palabras ya asusta y que experimentado de primera mano le ha llevado
a dirigir algunas de las escenas más desagradables y polémicas del cine. Al
director argentino le ha encantado provocar desde sus inicios, pero su
prestigio no se debe a los temas que trata, sino a su capacidad para crear una
estética propia, su peculiar forma de narrar y su cruda representación de la
violencia. Love, estrenada en 2015, es su última provocación al mostrar
incontables escenas de sexo explícito.
He de decir que no considero a Love una
película provocadora, ni siquiera subida de tono. Porque al fin y al cabo, todo
lo que muestra es natural, lo que haría cualquiera con su pareja. Salvo que
tengas una mentalidad de hace 50 años, es difícil que sus escenas te
sorprendan, por mucho que no sean habituales en el cine. En sus anteriores
películas es entendible y lógica la polémica. Aquí el sexo no es un tema que
deba originar discusión, pero nuestra mojigatería que lo convierte en un tema
tabú se sigue imponiendo en pleno siglo XXI.
Sin embargo, estoy seguro de que Noé sí
pretendía ser provocador. Porque viendo su cine es evidente que le encanta llamar
la atención y este caso no es la excepción. Se nota en escenas concretas, no
quiere filmar una eyaculación porque sea algo natural. Cuando ves esas imágenes
no piensas en otra cosa que en el argentino diciendo “mirad lo atrevido que soy
eh jejejxd”. Y lo cierto es que es una pena. Admiro que los directores
normalicen el sexo, pero la visión de Noé termina siendo en muchas escenas una
gamberrada infantil.
Y a pesar de todo, el abuso de las escenas de
sexo no es malo por esa manía de provocar o porque parezca una porno (lo cierto
es que ni lo parece, por mucho que algunos quieran hacer la relación sexo
filmado=PORNO). Sino porque ante todo, Noé quiere contarnos una historia de
amor y sentimientos a través del sexo. Él mismo lo reconoce a través del personaje
que interpreta, mediante un diálogo que solo sirve para confirmarnos que el
argentino tiene un ego como una catedral a pesar de que aún no ha hecho nada
para ganárselo. El caso es que sí, estamos viendo una historia de amor, o mejor
dicho, desamor, donde el protagonista recuerda y revive todos aquellos momentos
con su ex pareja, tanto los buenos como los malos. La película alterna
constantemente estas escenas con el presente, donde Murphy está realmente
jodido, de forma que Noé adopta un tono desasosegante. El problema reside en
que tanto sexo hace que sea complicado empatizar con el sufrimiento del
protagonista. Lo que vemos es prácticamente todo folleteo. Y si cuando terminas
una relación eso es lo único que recuerdas y echas de menos, ¿de verdad era ella
una persona tan especial o solo la querías para follar? Además, cuando por fin
vemos escenas entre los protagonistas que no se desarrollan en la cama, no
parecen muy inspiradas, tampoco creíbles. Los actores están más bien flojos,
rara vez se observa una química real entre ellos, las escenas de cama
incluidas. De esta forma, se agrava todavía más el desapego por los personajes
y sus sentimientos.
Un buen ejemplo donde mirar sería La vida de
Adèle, donde también hay muchas escenas de sexo y bastante explícitas (aunque
no tantas, desde luego), pero en este caso sí que sientes la química entre las
protagonistas y estas escenas consiguen narrar tanto o más que el resto. En Love
no saben hacer otra cosa que follar así que te preguntas si de verdad Elektra
era una persona tan especial de la que estaba enamorado o si solo era una
follamiga que duró más de 4 tardes. Y por mucho que Noé quiera ir de
transgresor a la hora de hacer un romance, cae en ciertos tópicos del género.
Consigue salvarse y dejarse ver gracias a la
estética tan reconocible del argentino. No faltan a la cita escenas violentas
que de nuevo resultan terriblemente efectivas: oscuridad, golpes de sonido y
mucha opresión a un ritmo vertiginoso. Es capaz de intercalar en la siguiente
escena momentos pausados y románticos sin desentonar lo más mínimo. Además, nos
regala una preciosa secuencia prácticamente sin cortes, con Maggot Brain
sonando de fondo, que es excusa suficiente para tragarse la película entera.
A pesar de ser una obra irregular, es una
temeridad considerar a Love una producción pornográfica. Porque aquí hay algo
que contar, una película destinada a despertarnos emociones, con independencia de
su resultado final. Y sobre todo, Love poco tiene que ver con la artificiosidad
del porno y sus efectos. Un proyecto en cualquier caso interesante de ver,
aunque Noé confunda transgredir con provocar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario