miércoles, 22 de marzo de 2017

La mujer infiel (Claude Chabrol)



La femme infidèle (Claude Chabrol, 1969)


Alfred Hitchcock fue la referencia mayúscula para aquellos críticos franceses que a finales de los 50 tuvieron la pretenciosa idea de dinamitar el mundo del cine, asaltando la gran pantalla con multitud de películas rompedoras. Aunque al final cada uno encontrase su propio estilo, Claude Chabrol evidencia como pocos las lecciones del maestro del suspense, sin caer en la autocomplacencia. La mujer infiel (1969) se podría catalogar como una película de intriga, pero el director francés explora nuevas formas de contar una historia que ya nos sabemos. El remake de Hollywood, Infiel (2002), dirigido por Adrian Lyne y protagonizado por Richard Gere y Diane Lane tiene el honor de conseguir que una película de hace casi 50 años sea todavía más moderna. 


Cuando Charles Desvallées empieza a sospechar que su mujer lo está traicionando con otro hombre, contrata un detective privado para que la siga y averigüe quién es el amante. Una vez confirmada la infidelidad y descubierta la identidad de su rival, el celoso marido prepara su venganza... (FILMAFFINITY)

(Es una sinopsis mejorable pero el caso era ponernos en contexto, copiar y pegar era preferible a intentar mejorarla)

La intriga y la sorpresa son elementos muy secundarios para la construcción del filme. De hecho, el propio título destripa parte de su misterio, aludiendo a la baja relevancia de los hechos, en contraposición a sus consecuencias. El suspense radica en cómo afectará la infidelidad de Helene a un matrimonio burgués idealizado y en la perversión que supone el asesinato que comete Charles. No, no es un spoiler. Donde el remake aprovecha para introducir un giro argumental digno de telenovela, Chabrol realiza una construcción magnífica del personaje principal. La ejecución del amante no busca convertirse en un acontecimiento inesperado, sino ser coherente con la destrucción psicológica de Charles que da comienzo en ese movimiento de cámara brusco tras sorprender a su mujer al teléfono, hablando con un desconocido.

En las escenas posteriores, Charles aparece inquieto y paranoico, en un mundo de ensueño donde dirige una empresa, conduce un Mercedes y tiene una mansión en el campo. Su parsimonia no le previno de la fragilidad de su matrimonio, ni le advierte de su rutina robotizada frente al televisor. La impotencia al aceptar su fracaso se convierte por momentos en un drama psicológico, con la peor resolución posible.

La mujer infiel es una película de corte costumbrista donde el peso recae en la psicología de los personajes. En la segunda parte de la trama la tensión no decrece, sino todo lo contrario. Las falsas apariencias y las mentiras contribuyen a una visión cínica de la burguesía. La familia, anteriormente idealizada, se derrumba lentamente. De forma sutil, donde los silencios hablan y gracias a ellos, la película adopta sensaciones perturbadoras. Chabrol conoce como pocos los mecanismos del suspense, contrariamente a los directores que se centran en la exposición y en el impacto barato hacia el espectador.

La diferenciación del director francés cobra mayor importancia en la minuciosa recta final de la película. Resulta irónico que el remake muestre la historia de forma maniquea, justificando la venganza del marido y empatizando con ella, pues Chabrol nos habla exactamente de esa perversidad por satisfacer el deseo de represalia. Donde Hollywood nos deleita con explicaciones, lecciones morales y finales para santificar a sus personajes, La mujer infiel es sutil, deja que las imágenes hablen y que los personajes se enfrenten a sus actos.

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